Te regalé cien líneas, mil palabras desesperadas y quien sabe cuantas horas de sueño. Te cedí también los márgenes de mis apuntes, que siguen gritando tu nombre cuando paso las páginas.
Podría dibujar el contorno de tu cuerpo a la perfección y los rasgos de tu cara sin errarle si quiera al ángulo que forma tu nariz con tu frente.
Seguimos sumergidos en la neblina de esa noche, y mis manos tantean el aire húmedo buscando las tuyas, que ya no están. Y lo más raro de todo es que no puedo (ni quiero) desprenderme de tu ausencia.
Hace 3 años
Realmente, te felicito por lo que escribiste. Al margen de que creo saber qué fue tu muza, me encantó cada palabra que leí. Tu redacción impecable... que linda.
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