lunes, 19 de abril de 2010

Da un paso y se aleja, intenta encontrar en esa distancia física algo que la alivie. Lo siente, una bola de fuego que sube, es (como todo en ella) exageradamente intenso, casi visceral. Psicomatiza, aprieta el vientre y estalla, se desarma y se arma casi a la vez. Se abraza las rodillas, se hace bolita y empieza a rodar.

viernes, 12 de marzo de 2010

Sentía en ese momento un inmenso deseo de dejarse caer, como arrastrada por la fuerza de la gravedad. Quería caer, sin otro fin que llegar bien bajo, lo más abajo que se pueda. Caer, y ser absorvida por la nada, entregar su cuerpo a esa debilidad. Caer y dejar de luchar para mantenerse erguida. Caer, en una caída sin fin. Caer, eternamente, caer.

lunes, 8 de febrero de 2010

Si algo intenté con vos, fue evitar la búsqueda de algún tipo de conexión. Nunca te miré a los ojos por más de dos segundos. Nunca te devolví un abrazo, por algún motivo no me animé a hacerlo, sabía que esos brazos no eran míos ni para mí. Lo sabía antes de no verte nunca más, vos lo sabías? Un día nos paramos el carro y nos olvidamos de todo o eso intentamos, dijiste. Sí lo sabías. Y entonces para qué, si vos seguís ahí y yo acá y en realidad nunca hubo un carro para los dos.

Prometo (me prometo) que este es el último posteo sobre vos.

sábado, 6 de febrero de 2010

Hace siglos que no hablás y sentís que poco a poco la voz se te va atrofiando. No tenés idea como van reaccionar las cuerdas vocales cuando vos des la señal, pero ni eso te asusta ya. Las palabras se quedan ahí arriba, si alguna baja por la garganta juntas saliva y las escupís. Son tramposas, las conocés bien, no vas a participar de su jugarreta parlanchina, una vez caíste pero dos, dos no.

sábado, 23 de enero de 2010

Sus manos son pequeñas comparadas con el resto de su cuerpo largo y estilizado. Aunque si se parecen a sus pies, apenas dos talles más grandes que los tuyos.
Parece una estupidez pero a vos siempre te gustaron las extremidades discretas, las uñas prolijas y no muy largas, las palmas de las manos suaves, los chicos lúmpenes.
Sabés que no hay sábanas mas suaves que un abrazo suyo, un abrazo de cuerpo entero, de piel desnuda sobre piel desnuda. Y desde que no está te cuesta dormir a la noche, tenés frío aunque haga 30 grados, pero no querés apagar el ventilador, querés taparte y cuando lo hacés la sábana te raspa, te incomoda. Y en realidad es más simple que todo eso, lo que querés realmente es que sus manos te abracen en un abrazo infinito, que sus pies te sonrian y se enrieden con los tuyos, eso querés.

miércoles, 6 de enero de 2010

Detesto que los besos no sean acumulativos y que el olor de tus abrazos se evapore tan rápido de mi ropa.