miércoles, 30 de septiembre de 2009

Es que los miércoles tenían ese sabor.
Después de muchos miércoles, hoy me acordé como se sentía.
Me bajaba del colectivo en la esquina de siempre, y caminaba esa cuadra. Y media más, pensando que, a lo mejor, por esas vueltas de la vida, te encontraba cuando doblara alguna esquina.
No me importaba si tenía el pelo desarreglado, ni las carpetas de la escuela que en convinación con la mochila me hacían parecer una nena, yo quería cruzarte. Para que nos miremos a los ojos unos segundos, y con esa mirada nos desnudemos, enfrente de el resto de los transeúntes desconocidos. Y decirnos dos palabras y una sonrisa.
Igual no te extraño.
Extraño ciertas sensaciones, que conocí con vos. De tu manera de hablar, extraño la forma en que pronunciabas mi nombre, como acentuado, marcando la ele final, y que lo dijeras al principio de cada frase, como si supieras que me encantaba. Y que bajabas la voz cuando me decías cosas tiernas,porque eran solo para mí me dijiste, aunque no haya nadie que alrededor.
Igual no te extraño.
Pero me acuerdo de vos y me pongo un poco nerviosa. Y siento algo en la pansa, no mariposas, más bien como gusanos. Y siento ese sabor en la garganta, a miércoles, a nosotros.
Igual, no te extraño.

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