Hay días que se repiten a lo largo de nuestras vidas. Días típicos, en los que suceden cosas no típicas que hacen que te des cuenta que son esos días típicos.
Para reconocer esos días basta con que te pasen algunas cosas:
Ningún tema del mp3 te viene bien. Te la pasás apretando la flechita para cambiar de canción, porque es muy lenta, muy cursi, te hace acordar a alguien o es muy agresiva o simplemente no es para ese momento.
Lo mismo con los canales de televisión, en esos días te das cuenta que la televisión es una basura y terminás colgándote con algún documental de canal 7 o escuchando por enésima vez al gordo Feinmann hablar sobre el marxismo y otros filósofos que en nada te ayudan a cambiar el humor de esos días.
Abrís la heladera mil veces, sin pensarlo. Estés donde estés (sobre todo si estás en la computadora) te parás y como un poseído vas y la abrís. Mirás su interior, tan blanco como el resto de los días. En sus estantes lo mismo de siempre, en mi caso, frutas, verduras, yogures light y otros alimentos completamente inservibles para un adolescente. Y una vez ahí parado frente a ella te preguntás, que vine a buscar? Y te contestás: nada. Te das cuenta que es de esos días y volvés a donde estabas, para seguir con lo que hacías.
Así que acá estoy, hoy fue uno de esos días y resién vuelvo de abrir la heladera.
Para reconocer esos días basta con que te pasen algunas cosas:
Ningún tema del mp3 te viene bien. Te la pasás apretando la flechita para cambiar de canción, porque es muy lenta, muy cursi, te hace acordar a alguien o es muy agresiva o simplemente no es para ese momento.
Lo mismo con los canales de televisión, en esos días te das cuenta que la televisión es una basura y terminás colgándote con algún documental de canal 7 o escuchando por enésima vez al gordo Feinmann hablar sobre el marxismo y otros filósofos que en nada te ayudan a cambiar el humor de esos días.
Abrís la heladera mil veces, sin pensarlo. Estés donde estés (sobre todo si estás en la computadora) te parás y como un poseído vas y la abrís. Mirás su interior, tan blanco como el resto de los días. En sus estantes lo mismo de siempre, en mi caso, frutas, verduras, yogures light y otros alimentos completamente inservibles para un adolescente. Y una vez ahí parado frente a ella te preguntás, que vine a buscar? Y te contestás: nada. Te das cuenta que es de esos días y volvés a donde estabas, para seguir con lo que hacías.
Así que acá estoy, hoy fue uno de esos días y resién vuelvo de abrir la heladera.
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